martes, 29 de agosto de 2023
ASMANI, EL GATO. PRIMER REPRESENTANTE DE LA COMUNIDAD MUSULMANA DE MELILLA
LA CASA PARRES
Comentario que ha tenido la gentileza de compartir con nosotros el señor, don Francisco Parres Rodríguez , letrado melillense. «Era la tienda de mi abuelo antes en el logo era Francisco Parres Puig el negocio de la familia se funda en el año 1907 y ahora lo lleva a mi hermano que siempre me dice las ganas de jubilarse que tiene aunque como yo tiene el trabajo en vena y lo dudo»
ABDELKRIM Y EL LEVANTAMIENTO RIFEÑO DE 1958
HACE 129 AÑOS DE LA MUERTE DEL GENERAL MARGALLO
1924, CUANDO LA VIDA DE FRANCO FUE SALVADA POR UN RIFEÑO DE MELILLA
ORDENANZA POR LA QUE SE CREAN LAS PRIMERAS ORGANIZACIONES LEGALES DE LAS COMUNIDADES MUSULMANAS DE CEUTA Y MELILLA
viernes, 4 de agosto de 2023
EL CALLEJÓN DEL MORO DE LA PLAZA DE MELILLA
El 10 de octubre de 1580, don Miguel de Cervantes Saavedra solicitaba se recabara información a unos testigos acerca de los servicios y padecimientos prestados como preso en Argel. El punto octavo solicitaba se preguntara a los testigos:
«Si saben o an oido dezir, questando ansi desta manera todos escondidos en la cueba, todavia con esperanza de la fragata, un mal cristiano que se llamaba el Dorador, natural de Melilla, y que sabía del negocio, se fué Dal Rey que entonces hera de Argel, que se llamaba Hacan, y le dixo que se quería volver moro, y por complacerle descobrió los que estaban en la cueba, diciendole quel dicho Miguel de Cervantes hera el abtor de toda aquella huida, y el que le había servido; por lo qual, el dicho Rey, el último de Setiembre del dicho año, envió muchos turcos y moros armados a caballo e a pié, a prender al dicho Miguel de Cervantes, y a seis compañeros.»
32 años después de esta declaración, don Antonio de Sosa, con el pseudónimo de Diego de Haedo, publicó la obra “Topographia, e Historia general de Argel”, en la que recogía la traición de ese tal Dorador, natural de Melilla:
«…los primeros días de septiembre, ciertos cristianos cautivos que en Argel entonces se hallaban… concertaron como de Mallorca viniese un bergantin o fragata y los embarcase una noche… a este tiempo casi todos los quince cristianos estaban recogidos en una cueva que estaba hecha y muy secreta en el jardín del alcaide Asán, renegado griego...
Sólo dos cristianos lo sabían, uno de los cuales era el jardinero del jardín, que hiciera mucho antes la cueva; el cual estaba siempre en vela mirando si alguno venía, y el otro era uno (convidado también para ir en el bergantin) que naciera y se criara en la villa de Melilla, un lugar que está en la costa de Berbería, sujeto al Rey de España, en el Reino de Tremecén…, el cual habiendo renegado siendo mozo, después volvió a ser cristiano, y ahora la segunda vez había sido cautivado, el cual por sobrenombre se decía el Dorador, y éste particularmente tenía cuidado (de dineros que le daban) comprar todo lo necesario, para los que en la cueva estaban, y de llevarlo al jardín disimulada y ocuitamente… cuando el demonio, enemigo de los hombres, cegando al Dorador (que decimos les llevaba de comer)… se fué al Rey Asán, renegado veneciano, diciéndole que él deseaba ser moro, y que su Alteza lo diese para ello licencia; dixo más: que para hacerle algún servicio le descubría cómo en tal parte y en tal cueva estaban quince cristianos escondidos, que esperaban una barca de Mallorca...
fueron a la cueva que el falso Judas les mostró, y haciendo salir della los cristianos, los prendieron luego a todos, y particularmente maniataron a Miguel Cervantes, un hidalgo principal de Alcalá de Henares, que fuera el autor deste negocio, y era, por tanto, más culpado, porque ansí lo mandó el Rey a quien los presentaron luego, el jardinero fué ahorcado por un pie, y murió ahogado de la sangre. Era de nación navarro y muy buen cristiano.
De las cosas que en aquella cueva sucedieron en el discurso de los siete meses que estos cristianos estuvieron en ella y del cautiverio y hazañas de Miguel de Cervantes se pudiera hacer una particular historia»
En 1947, el señor Cronista de la ciudad de Melilla, don Rafael Fernández de Castro y Pedrera, publicó en el Boletín de la Real Academia de la Historia un trabajo “De la vida de Miguel de Cervantes Saavedra”, en el que daba nota de un descubrimiento tras estudiarse la totalidad de los documentos del archivo parroquial de la iglesia de la Plaza de Soberanía de Melilla. En 1542, 35 años antes de la traición a don Miguel de Cervantes por parte del Dorador, aparece en la Plaza de Soberanía de Melilla un tal Bartolomé Dorador como «veedor de Su Majestad», y reside allí hasta fines de 1546, en que es sustituido por Francisco Sebastián. En marzo de 1550, don Bartolomé Dorador vuelve a regir la Plaza como «veedor de Su Majestad», presenciando, a principios de 1556, la entrega de poderes resultado de las Capitulaciones entre el Rey Felipe II y la Casa ducal de Medina Sidonia, por las que el Reino de España tomaba para sí la «guarda e proveimiento» de la ciudad y plaza fuerte de Melilla.
Ese mismo mes de marzo, el día 24 para ser exactos, el vicario, Licenciado Melchor de Sanabria, bautizaba en la desaparecida iglesia de San Miguel «a Juana, que salió criada de Bartolomé Dorado». Y añade la partida: «se tornó cristiana». Documento que indica que Juana era una indígena africana reducida a esclavitud por el veedor de la Plaza.
El Cronista sabiamente infirió que la esclava había sido embarazada, pues nueve días después, 2 de abril de 1556, el mismo vicario bautizaba «a María, hija de Juana, esclava del Señor Veedor Bartolomé Dorador». Destaca el investigador que eran padrinos personas de relieve dentro dela Plaza de Soberanía como el bachiller Maese Agustín, notario y escribano eclesiástico; don Alonso Pérez, tenedor de bastimentos, con su mujer doña Leonor de Zúñiga, y doña Juana de Perea, esposa del pagador de la gente de guerra, don Juan Álvarez de Aguilar.
Al año siguiente, en 1557, a veinte años de la traición de Cervantes, don Bartolomé Dorador era nombrado Alcaide Mayor de la Plaza de Melilla. Este año, tendría un hijo, Miguel, según consta en el folio 33 del Libro primero de bautismos de la Parroquia de San Miguel de la Plaza de Melilla, Folio 33:
Al margen: «Miguel».— «myercoles 29 de setienbre de 1557 batize yo florençio segar / a myguel hijo de Ju.ª de color negra [tachado «fuero»] Esclava del S. bt.e dorador / fueron sus padrjnos El S. Ju.º alvarez dagujlar pagador / y maria de tejada bernaldjno de Soto y su muger.— Florençio Segar». (Rubricado.)
Dos años después, el 16 de agosto de 1559, recibía el Espíritu Santo «Ylaria, hija de Juana, salida esclava que fue de Bartolomé Dorador». Que el texto hable de don Bartolomé Dorador en pasado indica que había fallecido dejando a la esclava mora embarazada de su tercer hijo.
El Cronista no pudo documentar más de esta familia. No obstante, para septiembre de 1577, que es cuando se perpetró la traición a Miguel de Cervantes y los demás cristianos cautivos en Orán, el tal Miguel Dorador, nacido en Melilla, hijo del fallecido Alcaide de la Plaza y de una mora negra, cumpliría veinte años. ¿Es este melillense el “mal cristiano que se llamaba el Dorador, natural de Melilla” al que se refería Cervantes? Sin duda, es muy sugerente e incluso romántico que el hijo de la esclava volviera a su religión materna y apareciera en la historia dando la espalda a los xpianos. Desde luego, el Cronista de Melilla no se resistió a esta identificación:
“«La posible presencia de Miguel, hijo de Juana, de veinte años de edad, en Argel —ciudad donde los moros solían concentrar sus cautivos—, no ha de causar extrañeza, si tenemos en cuenta la época en que ello ocurría, cuando las ligeras galeotas de los corsarios argelinos recorrían osadamente estas aguas, interrumpiendo con sus ataques por sorpresa la navegación entre España y sus dominios africanos, pese a la vigilancia y arrojo de las galeras cristianas; y también a ser harto frecuente cayesen en poder de los moros cuantos por temeridad o descuido se alejaban de las defensas exteriores de Melilla, Orán y Mazalquivir, presas que al estimárselas de algún valor, eran vendidas en Argel, donde estaba el principal mercado de cautivos del Norte africano».
La brillante investigación del señor Castro y Pedrera será incluida como nota a pie en la brillante obra de don Luis Astrana Marín “Vida Ejemplar y Heroica de Miguel de Cervantes Saavedra”. En la misma, no obstante, el autor apunta a que “riñen contra su identificación las manifestaciones transcritas de Haedo, de que «habiendo renegado siendo mozo, después volvió a ser cristiano, y ahora la segunda vez había sido cautivado».” Efectivamente, a nos también parece que esta descripción no se ajusta a Miguel Dorador, que a la sazón estaba cumpliendo los veinte años y del que no tenemos constancia de que estuviera entonces en Orán.
También hemos de apuntar que, en Haedo, Dorador no es el apellido del traidor (“el cual por sobrenombre se decía el Dorador”). Aunque Astrana no menciona explícitamente esta dificultad interpretativa, sí lo hace de manera implícita cuando pone en duda que la paternidad de Bartolomé Dorador, “aquel miserable engendro, que no pudo llevar el nombre del padre como apellido, lo llevaría, o se lo pondrían, como apodo: «el (hijo de) Dorador»”. A pesar de todas estas dificultades, no podemos dejar de admitir lo tremendamente sugerente de la hipótesis de don Rafael Fernández de Castro y Pedrera.
Admitido lo cual, se ha vinculado el nombre de una de las calles de la Plaza de Melilla, la calle del Moro, con Miguel Dorador, el hijo de la mora negra Juana, que supuestamente viviría en las cuevas de lo que hoy es el Callejón del Moro (antes también conocida como Calle del Moro). Más escépticos hemos de mostrarnos con esta hipótesis. Un documento previo al asedio de Melilla (hito ineludible en la historia de la Plaza) el Padrón y Estado General de Melilla de 1753, ya encontramos esa calle con la denominación de “Calle de los Almazenes”, en referencia a los Almagacenes de Su Majestad, que como apunta el historiador don Gabriel de Morales, y confirma la cartografía más antigua de la que disponemos, aparecen conformados en el año 1604, muy cerca de los Aljibes. Consistían en varios edificios, para almacenaje, unidos por un patio central y rodeados por una calle que ya a la sazón era conocida, o se pretendía que fuera conocida como “Calle de los Almazenes”.
El documento de 1753 arroja un dato muy importante al mencionar que “la Calle de los Almazenes era llamada antiguamente Calle delos Moros”. Sin duda este nombre, “la Calle delos Moros” gozará de arraigo porque décadas después, en 1797, encontramos que en “Plano, perfil y elevación de una porción de frente de la Plaza de Melilla que mira al Sud en que apoya la obra de...” (12 de julio de 1797) de don Vicente Sánchez Boada, la calle que rodea a los Almacenes ya reformados (los Almacenes de Víveres de las Cuesta de las Peñuelas) continúa llamándose por su nombre histórico, “la Calle delos Moros”.
El arraigo de la denominación “la Calle delos Moros” infierenos a retrotraer la referencia “antiguamente” mencionada en el documento de 1753 a al menos un siglo atrás, es decir, cuanto menos a mediados del siglo XVII.
Medio siglo después, del documento de 1797 que menciona “la Calle delos Moros”, en un documento de 1849, la Memoria descriptiva de las posesiones españolas…”, de don Miguel de Santillana, encontramos que la misma calle pasa de denominarse “Calle delos Moros” a “Calle del Moro”, denominación que hallará fortuna en las décadas de la primera mitad del siglo XX, cuando la calle era un núcleo residencial cercano al Teatro Alcántara.
Ya en un documento de 1887, encontramos la denominación por la que hoy es conocida la vía, el “Callejón del Moro”. Nos parece que denominaciones como calle o callejón del Moro derivarían por simplificación del nombre histórico “la Calle delos Moros”, que hundiría su raíz hasta el siglo XVII melillense.
Pero, ¿a qué referenciaría “la Calle delos Moros”? La referencia plural parece descartar que la calle deba su nombre a Miguel Dorador, del que por otro lado, carecemos de referencias explícitas a él como moro. Existen calles con la denominación “la Calle delos Moros” en varias ciudades españolas y documentamos la costumbre española de trasplantar nombres de la metrópoli a las Plazas de Soberanía africanas y los territorios de ultramar en general, siendo un exquisito ejemplo, la denominación “La Torre de la Vela”. Por ende, no nos parece a priori descartable que el nombre “la Calle delos Moros” fuera trasplantado desde la península. Por otro lado, también ha regido en la Plaza el criterio meramente descriptivo, así la calle más alta se denominó “Calle Alta”, la plaza frente al cuartel de la Maestranza de Ingenieros se denominó “Plaza de la Maestranza” y la plaza sobre los aljibes “Plaza de los Aljibes”. ¿Pudo llamarse a la “Calle delos Moros” de tal manera por ser la calle por donde pasaban los moros?
Para responder a esa pregunta se ha de determinar si en la Plaza de Soberanía de Melilla habitaron rifeños tras la conquista castellana. Descartando los casos excepcionales de refugio, como los dados a mediados del siglo XVI (primer siglo de ocupación) o las puntuales conversiones, como la de Juana, la mora negra, esclava del Veedor de Su Majestad, Bartolomé Dorador (también en el primer siglo de ocupación), hemos podido documentar la presencia de población rifeña.
En el Plano de la fortaleza de Melilla remitido en Carta de don Pedro de Heredia el 20 de Octubre de 1604, apreciamos que en el extremo de la cara del levante se localizaba una cárcel. Morales barrunta que no se comenzarían a enviar desterrados españoles a la Plaza africana hasta mediados del siglo XVII y ciertamente la cartografía señala que durante el crucial primer siglo de ocupación (y fortificación del primer recinto) la población reclusa eran rifeños prisioneros. La referencia del Plano reza «La morería donde se encierran los moros de noche y casa del Al guasil». Que se les encerrara de noche implicaba que por la mañana realizaban trabajos bajo la atenta mirada del Al guasil.
Para realizar sus tareas, resulta lógico que los prisioneros siguieran una controlada ruta. Si ésta pasara por la calle surgida de los Almagacenes de Su Majestad (que también serán levantados este siglo) resulta factible que esta calle acabara siendo conocida como la calle por donde pasan los moros, y por abreviación, la “Calle delos Moros”, nombre que perduraría hasta el día de hoy en su forma “Callejón del Moro”.
Plano de la plaza y Presidio de Melilla, año 1722. Archivo General de Simancas. En el entorno de los Magacenes de Su Majestad, se señala la "Calle delos Moros", hoy "Callejón del Moro". |