Se ha intentado pasar por desapercibida la nota de prensa del Instituto Nacional de Estadística que anunciaba, sin el rigor que debe caracterizar ese instituto del Estado español, un supuesto cambio en los nombres más frecuentes de los niños melillenses. Unas semanas antes se había dado el mismo toque de atención para la ciudad rifeña de Sebta. La noticia lejos de ser matizada por la prensa local, ha preferido ocultarla, en el caso del diario Melilla Hoy, o reducirla a la prensa escrita en el caso del Faro de Melilla, relegándola a la página 15. Evidentemente, con el ánimo de mantener una interpretación falsaria mientras se intenta no generar las iras de los colonos melillitas.
La nota de prensa, en sí, es capciosa, desde el momento en que la población originaria melillense (no hay más población melillense que la rifeña) ha estado invisibilizada hasta 1987 en que se publicó el primer censo de la comunidad musulmana de Melilla. Antes de 1987 miles de melillenses originarios no estábamos ni contados.
Esta negigencia y crimen contra los derechos de miles de melillenses fue el principal asiento para mantener una situación que literalmente fue de apartheid, como denunció el mismo director del diario El País, Juan Luis Cebrían, en el año 1985. Lejos de la nota farsaria del Instituto estadístico del Estado español, el nombre Mohamed siempre ha sido el común en Mřič desde que los melillenses aceptamos el Islam como religión. Si no aparecía en los censos coloniales españoles, es porque esos censos eran irrepresentativos, como luego reconoció la Delegación del Gobierno español en Melilla, el Ministerio del Interior y el propio INI.
A pesar de la omisión de Bohórquez, y de la eventual ignorancia de la inmigrante cubana Tania Costa, se hace obvio, que el nombre Mohamed reaparece en la década de los noventa sólo porque es entonces cuando readquirimos nuestra existencia legal con el proceso por el que recobramos nuestros derechos civiles.
Dicho lo cual, desde este medio hemos de añadir una nota tranquilizadora a los colonos melillitas. Otro dato obviado por la nota estadística es que dada la profusión del mestizaje asimétrico, típico de la Melilla actual, que protagonizan las moras de Melilla con varones irumiyien, para 2050 los nombres hispanos se recuperarán en Melilla. Es más, es del todo previsible que la estructura básica de al menos la mitad de los nombres sea la que ya hoy empezamos a ver, en el tipo Daniel Jiménez Mohamed. Si la progresión continúa, y todo indica que con una frontera impermeable así será, unas décadas después los apellidos de rifeños empezarán a desaparecer, cuando los hispanos mestizos empiecen a casarse entre sí. Pongamos un ejemplo a modo de conclusión, que si en la Melilla de 2075 Daniel Jiménez Mohamed tiene una hija con Elena Muñoz Hamete y la llaman María, se apellidará María Jiménez Muñoz. Así quedará resulto el siempre considerado problema musulmán.
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