Cuentan las malas lenguas cebtíes que Carlos Verdejo estaba enamorado de una cristiana de Ceuta la cual prefirió a un yebli, africano, musulmán... en lugar de él. Quizá la caballa prefirera el celo de ese rifeño occidental, o su personalidad o, quizá, aspectos más íntimos que sólo una mujer puede delatar. En todo caso, la presunta experiencia traumática de Carlitos podría haber exaltado su conciencia caballa, haciendo de él el luchador incansable contra la "marroquinización de Ceuta" que es actualmente.
Carlos Verdejo se pasea hoy como un matón por la piscina municial, acosando a las cebtíes originarias musulmanas para que se bañen con bikini o se vayan del establecimiento so amenaza de denunciarlas, por "falta de higiene" -sic-, en el circo en que ha convertido la Asamblea de Ceuta. Carlitos, el caballa, tambien es un luchador incansable por que los días de Aid no sean fiestas oficiales, ya que las festividades de Ceuta, al menos para Carlitos y la patulea que lo acompaña, han de ser las festividades que impuso el ejercito español hace poco menos de un siglo y medio a la ancestral tierra de Anghera, la Sebta histórica, de donde es quien, al parecer, le quitó a la fémina caballa.
He de confesar que creo que este muchacho, Carlos Verdejo, siendo para mí un subjeto vil y moralmente miserable, tiene una dignidad mayor que el grueso de caballas y melillitas que disimulan el racismo que profesan casi religiosamente. El adversario que viene de frente es de admirar. Dicho lo cual, para esta ocasión la cuestión que me planteo es ¿CÓMO SERÍA CARLOS VERDEJO SI FUERA DE MELILLA?, es decir, si fuera melillita en vez de caballa.
Si Carlitos hubiera sido de Melilla, no habría visto a una melillita irse con un "moro". Su animadversidad latente contra la población originaria en su adolescencia no hubiera sido tan explícita. Es más, Carlitos no habría tardado en darse cuenta de que, en Melilla, muchas moras (que son muy diferentes a las de Sebta), lo preferirían, como arumi, a los propios moros. Eso evidentemente hubiera confirmado sus prejuicios raciales, en lugar de contradecirlos. Así, de no producirse esa contradicción, Carlitos no habría tenido que exacervar sus ideas extremistas.
Carlitos expresaría sus ideas ultraderechistas e islamófobas, calmadamente, como hacen algunos melillitas ultraderechistas, que se caracterizan por su afán por explorar los diferentes colores, texturas y contornos de las anatomías femeninas de Berberia, las de aquéllas que entre el desprecio y la excitación libidinosa, llaman "moritas". En Sebta, las nativas ven a Carlos Verdejo como una escoria miserable; pero en Melilla, las moras de aquí, quién sabe si podrían llegar a pelearse por escuchar en la intimidad la verborragia prepotente del peninsular de mandíbulas compactas. El hipotético Carlitos melillita, con el tiempo podría considerar que las moras de Melilla son "mujeres muy fáciles", como dicen algunos melillitas. Este rumor, si fuera verdad, habría que matizarlo bastante con la coletilla (al menos) de "según para quien". Y es que hay de todo, aunque bien es verdad que algunos moros tienen que llegar al estadio aberrante, humillante y ridículo de cambiar su identidad en las redes, usando nombres irumiyen (peninsulares) para mendigar un poquito de caso.
Carlitos, el melillita, quizá no podría articular la conclusión de que una situación como la anterior denota un sistema de dominación social arquetípicamente colonial, aunque en la práctica, sí que entendería que vivir con los moros, o mejor dicho con las moras de Melilla, sería un chollazo. Además, desde las concepciones hetero-patriarcales de un sector de la ultraderecha española, nuestro muchacho podría considerar que las moras, o mejor dicho algunas, varias, muchas... moras de Melilla tienen la "ventaja" de carecer de mucha o de alguna experiencia, lo que redundaría, desde esas concepciones, en un intenso placer masculino difícil de encontrar en féminas de otras latitudes, fuera del Magreb.
Así que, en definitiva, mientras Carlitos, el caballa, habría crecido cerrado en su cultura, Carlitos, el melillita, se podría haber abierto al Islam y al bollo casero rifeño, conforme le fuera servido, de manera generosamente gratuita, en diferentes tamaños, colores y consistencias. Y claro, Carlos, el melillita, para asegurar la regularidad de unos intercambios culturales que no pasaría de buscar la primera que lo sacie en sus necesidades más primarias, habría con probabilidad de rebajar el tono, donde el caballa lo alza hoy. Pero en ambos casos, tanto como caballa como melillita, su pensamiento sería el mismo. Ceuta y Melilla se han "marroquinizado" desde 1987, en que se derribó el apartheid, y los moros somos un problema que hay que solucionar. Mientras que en Sebta, Carlitos piensa que el problema se soluciona restando, como creían otros nacionalistas excluyentes como los nazi; en Mric, Carlitos pensaría que el problema se solucionaría dividiendo y a la vez multiplicando, como creían los colonos españoles que diezmaron a los pueblos originarios de América.
Aun todo, Carlitos, el melillita, no creo que pudiera evitar soltar las mismas barbaridades que el actual Carlitos el caballa. Quizá, Carlitos el melillita, de vez en cuando, insultara incluso el hiyab de las madres de esas exóticas moras jóvenes. Esas jóvenes "pijas" que tienen la costumbre repugnante de succionar el pellejo de pollo, como si fuera a salir de esa arrugada membrana el elixir que las haga dejar de ser lo que odian ser, moras. El Carlitos melillita, en todo caso, se autocorrigiría rápidamente donde el Carlitos caballa nunca lo haría. Hábilmente, el melillita desviaría los insultos racistas a los "marroquíes" y "promarroquíes", que no son otros que los rifeños de los alrededores, que estamos muy orgullosos de que nos insulte una persona como él.
Con el tiempo, Carlitos, el melillita, escucharía a algunos moros imbéciles de Ceuta decir en Facebook, que los rifeños de Melilla son un ejemplo para la ciudad hermana. Con la sonrisa macabra que lo caracteriza mientras disfruta de un dulcísimo bollo rifeño de 18 monedas, recien adquirido, apostillaría "tampoco los caballas tienen por qué tener todo perdido".
0 comments:
Publicar un comentario