Antes que nada, conviene dejar claro mi respeto al cristianismo como religión histórica de los nativos imaziguen, a la que hemos dado grandes hombres como San Agustín. Dicho esto, es incuestionable que la formación de España, como Estado-nación nacido de la Reconquista, se hace a través de una fusión peculiar de nuestra antigua religión cristiana y del rechazo al moro. La Reconquista, como primera cruzada, más bien plagio de los cristianos del expansionismo de los sarracenos, no terminó en la península ibérica sino que inmediatamente planearon la Reconquista para Cristo de Berberia (hoy Tamazgha).
Castilla invadiría las ciudades rifeñas de Mřič-Melilla (1497), Cazaza y Mazalquivir (مرسى الكبير) (1505), el Peñón de Ghumara (1508) y Orán (1509), además invadirían Argel, Bugía y Trípoli (1510), Bona, Bizerta, Túnez y La Goleta (1535), mientras que Portugal tomaba las ciudades rifeñas de Sebta (1415), Tanya-Tánger (1471), haciéndose también con Mazagán (1502), Agadir (1505), Mogador (1506) y Casablanca 1515.
Sea como fuere, los norteafricanos o moros, asumiendo la misma actitud que los hispanos ante la llegada del Islam, no estuvieron dispuestos a perder su identidad. El mar Mediterráneo pasará de ser una unidad a ser un autentico campo de batalla marítimo. A los que acusaban de ser piratas berberiscos, se unirá un naciente imperio, el Otomano, pueblo ganado al Islam.
Mientras los nativos melillenses no dejaban de asediar a los colonos peninsulares, que se habían atrincherado en la antigua ciudad de Melilla-Mřič, el Papa Pío V organizaba una coalición contra el Imperio otomano, la Liga Santa. En ella el Imperio español, nacido de la Reconquista, dirigido por el Rey Felipe II estaría respaldado por los Estados Pontificios, la República de Venecia, la Orden de Malta, la República de Génova y el Ducado de Saboya.
La batalla es adornada por los cristianos con tintes casi mitológicos que atribuyen su victoria a la providencia divina, algo que ya era bastante recurrente durante la Reconquista, pues como en toda guerra de religión, desde la antigüedad , se dirimía qué religión o qué Dios era el verdadero. Don Juan de Austria, bastardo del Rey Carlos I, adorna los acontecimientos de esta manera «fue el mar aquietado de tanta bonanza, cuanta se pudo desear y forzó a la armada enemiga a plegar su velas y venir a remo». El Papa, por su parte, había hecho un llamamiento a toda la Europa cristiana y a los soldados para que rezaran el rosario. De hecho, el mismo día de la batalla, en la basílica de Santa María la Mayor, el Papa llegaría a organizar un rosario público.
La victoria de los cristianos se consideró obra de la protección de La Virgen de la Victoria, luego renombrada como La Virgen del Rosario. Así, el primer domingo de octubre, quedó consagrado por el Máximo Pontífice a esta Virgen. De la misma manera que el Apóstol Santiago se había convertido siglos antes en un símbolo contra los moros, asumiendo el título de "Matamoros", esta Virgen se convirtió en el nuevo símbolo de la lucha contra el infiel y del derecho de los europeos a conquistarlos, como estaban haciendo con los nativos de las Indias, que más adelante conoceremos como América.
Los ídolos en la Antigüedad, como en la Edad Media las cruces y reliquias, asumirían las funciones que a día de hoy tienen para nosotros las banderas, y Nuestra Señora de la Victoria era el símbolo de la victoria frente al moro, los cruzados en el presidio de Mřič, asediados por los rifeños, no tardarían en "izar esa bandera", antes siquiera de que la Cristiandad le cambiara el nombre, erigiendo para ella, en el segundo recinto amurallado, a modo de trono, toda una ermita, desde la que orgullosa se enseñoreaba en el Rif, desafiante frente a los nativos rifeños. Así la conocida mayoritariamente en la Cristiandad como Nuestra Señora del Rosario, en la colonia africana mantendría el aguerrido nombre primitivo de Nuestra Señora de la Victoria. Posteriormente los colonos europeos se inventarían todo tipo de leyendas de cómo la Virgen acabo en su colonia.
Sabemos que para 1631 el culto a la Señora de la Victoria se había asentado pues fue declarada por las autoridades del Presidio como Patrona oficial. Al respecto se desarrolló una leyenda que narra don Juan Antonio Estrada y Paredes en su obra "Población general de España, historia cronológica", según ésta, un grupo de doce rifeños accedió a su lugar e intentó secuestrarla, al no poder conseguirlo le habrían cortaron tres dedos de la mano derecha:
No sabemos hasta qué punto podemos tomar como cierta esta leyenda cristiana, pero podemos pensar que de la misma manera que los palestinos antiguos, los filisteos, secuestraron el Arca de la Alianza por ser la bandera que presentaba al agresivo Reino de Israel, los nativos rifeños pudieron haber intentado hacer lo propio con la que a la sazón era la bandera del presidio español en tierra del Rif.
Si analizamos la obra de don Gabriel Morales, Efemerides de la historia de Melilla (1497-1913), veremos que este símbolo se rodeará de leyendas a lo largo de los siglos de ocupación que refuerzan el papel de la Señora. Una imagen mediterránea, que representa la mentalidad de sus siervos, colonizadores en África.
A algunos metros de esta Señora, había otra Señora, venerada por los nativos, Lalla Thurthu, Nuestra Señora La Higuera. El carácter de esta Señora, vestigio de una primitiva sociedad matriarcal infinitamente más antigua, como el arraigo de sus siervos, era distinto de la Señora tharumec (peninsular). Lalla Thurthu podría haber evolucionado a partir de un culto ancestral a la madre naturaleza y se concebía que protegía a los invadidos, garantizando su fertilidad. El 29 de noviembre de 1863, los siervos de la Señora tharumec derruirían el altar de la Señora rifeña y condenaban a sus siervos al destierro. El emplazamiento del santuario ancestral nativo puede observarse, justamente en el montón de piedras en el extremo inferior derecho de la imagen siguiente.
Con los años, los huérfanos, nombre con el que los nativos se reconocen en sus poesías, olvidarían a la concebida como madre y Señora, Lalla Thurthu, y como los hebreos que rindieron culto a Astarté, concurrirán masivamente a las fiestas patronales de los colonos, para buscar trabajo o para gastar sus ahorros en las atracciones, ofrendas en cierto modo a la Señora que, desde la batalla de Lepanto fuera concebida como la que protege a invasores de invadidos.
Partiendo del respeto que como nativos hemos de profesar hacia el cristianismo, nuestra religión precedente, se ha de concluir que la actual celebración oficial se mueve en el difuso marco nacional-católico en el que los símbolos religiosos son indistinguibles de los ultranacionalistas. La celebración desvirtúa incluso la ancestral religión cristiana de Melilla-Mřič, pues la politiza y contamina de un colonialismo ajeno a los valores del mensaje universal de Cristo, basados en el amor.
Dado el carácter sincrético de los pueblos mediterráneos, carácter que une a mediterráneos del sur (rifeños) y mediterráneos del norte (peninsulares), quizá la solución pase por una festividad mucho más laica e inclusiva, donde, además de las gestas de la Señora de la Victoria, se recuerde quién Lalla Thurthu, cómo fue arrasado su santuario y cómo los nativos fueron deportados.
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REFERENCIAS:
-Estrada y Paredes, Juan Antonio. Población general de España. Ed. Wentworth Press, 2018
-De Morales, Gabriel. Efemérides de la Historia de Melilla (1497-1913). Ed. MANIGUA S.L.
-PABLO LASTRUCCI (02 Octubre, 2021). Cuatro rosarios públicos para el primer domingo de octubre. Diario de Sevilla.
-José María Carrera (31 julio 2021). Nueve datos sobrenaturales de Lepanto: una visión, nuevas letanías o un capitán surgido del Evangelio. Diario Religión en Libertad.
-Congregación de Ntra. Sra. de la Victoria. El culto y la devoción de Melilla a su patrona la Santísima Virgen de la Victoria. Melilla cofrade.
-Enrique Delgado. Virgen de La Victoria, 260 años de su patronazgo. El Alminar de Melilla
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