La solución a los múltiples (demasiados)
problemas que tiene Canarias sobre sus espaldas radica, invariablemente, en la
descolonización. Se quiera o no asumir, la realidad presenta la cuestión tal
cual es, impertérrita a la ideología que cada cual procese. Y es que el
colonialismo solo puede ser debidamente contestado y derrotado con un proyecto
anticolonialista, no hay medias tintas. La propuesta "autonómica",
tal cual fueron en su momento las "provinciales", no da más, y
continuamente como resultado se obtiene de ella la perpetuación de estructuras
netamente colonialistas, las cuales impiden la vertebración soberana de
Canarias como país, con todo lo que ello conlleva.
Inteligentemente supo el colonialismo
español camuflar esta cuestión de diversas maneras, una de ellas la
construcción de un "nacionalismo" canario
"constitucionalista" cuyas políticas no pasan nunca del mero
regionalismo servil y que en el plano ideológico no saben presentar más que
conceptos abstractos y promesas de "mayor autonomía". Para más inri
en este punto, se utiliza el "nacionalismo" como una cuestión
meramente identitaria que solo sirve para "dividir" pues, "¿por
qué ser solo canario, pudiendo ser español y canario?". Pareciera con ese
postulado, pues, que la cuestión colonial de Canarias se limita sólo al pique
ideológico entre nacionalismos (español y canario) y se pudiera solventar
"desde la moderación, la tolerancia y la -falsa- destrucción de
fronteras".
Aquí cabe añadir que, cómo no, la
destrucción de fronteras viene marcada por las fronteras del Estado español, es
decir, que se pretende "destruir fronteras" con fronteras invariables
por la constitución.
Pero, tal como se mencionó anteriormente,
el colonialismo va más allá de las ideologías políticas "cotidianas",
y el ejemplo perfecto de ello es que en el anticolonialismo canario (como en
cualquier movimiento anticolonial del mundo que estudiemos) hay personas de
todo tipo de ideologías: De conservadores a comunistas, de liberales a
anarquistas. Ello nos lleva, con un simple ejemplo, a poder colegir sin
dificultad que bajo el sistema colonial solo cabe, independientemente de los
postulados políticos, ser o no colonialista, ser o no anticolonialista.
Esto nos lleva entonces a la conclusión
que encabeza el artículo: Si Canarias quiere cambiar su marcado sino, debe
descolonizarse. Y esto, para las personas que aquí vivimos, afecta en la medida
tan "simple" de, o apoyar la descolonización, o perpetuar el
colonialismo. Por ende, si verdaderamente queremos arrancar del archipiélago
todas las problemáticas existentes en él debemos tomar partido y vertebrar
nuestra acción, nuestro postulado y nuestro discurso desde el anticolonialismo.
Todo lo que no sea asumir la realidad de Canarias, será, se tengan las
intenciones que se tengan, rizar el rizo colonial.
Por tanto, y a sabiendas de que aún con
ello muchos seguirán dando la espalda a lo obvio, ya va siendo hora de que la
realidad sistémica, y no las ideologías, marquen el devenir de cada movimiento
popular de Canarias y comencemos a poner los simientos (y las simientes) de
unos mínimos que den luz al resurgir de un movimiento de liberación que
presente voz y voto frente al avasallador "pensamiento único"
colonial inducido desde hace tiempo en la sociedad canaria.
Tal como escribió mil veces el gran
Víctor Ramírez Rodríguez, la ignorantación está a la orden del día, impuesta a
sangre y fuego en la historia del archipiélago. Cortemos la gangrena de raíz y
afrontemos nuestro papel en el mundo.
Viva Canarias Libre.
Alejandro José, activista anticolonial
canario.
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