lunes, 30 de mayo de 2022

EL ESTADO HA DE SER TAMBIÉN NUESTRO

LA OLIGARQUÍA BUROCRÁTICA PENINSULAR TRAS ACABAR CON EL MOVIMIENTO CÍVICO RIFEÑO DE 1985. De izquierda a derecha, el poder judicial representado en el Juez de procedencia franquista José Luís Treviño, que imputó en 1987 un delito de sedición a la comunidad rifeña de Mřič y a su líder Omar Duddú, archivado diez años después. A su lado, el Alcalde socialista, Gonzalo Hernández, quien mandó retirar a los rifeños de la ciudad la beneficencia municipal como venganza por reclamar la igualdad de derechos. A su lado, el Delegado de Felipe González en Mřič, Manuel Céspedes, policía de procedencia franquista, que conseguiría echar al líder rifeño Omar Duddú del enclave (según lo publicado por Julio Liarte, Pérez Reverte...). Al lado de Céspedes está Sanchez Usero, entonces parlamentario por la ciudad de la AP y uno de los asaltantes a la Delegación del Gobierno por "vender Melilla y no aplicar la ley de Extranjería a los musulmanes" (El País 20/06/1986). Al poder judicial y político acompaña el poder militar peninsular en la Plaza, que por su vinculación con el golpismo de la UME, había sido reestructurado poco antes por el Comandante General de Ceuta, Andrés Cassinello, director de los servicios secretos militares desde la época franquista.  

El Estado puede ser entendido como una organización de instituciones burocráticas que ejercen el poder sobre un lugar y una población. Desde un punto de vista estrictamente orgánico, la fundación de estos organismos nunca es ajena al marco cultural y poblacional del que surgen como su producto. Los Estados, como edificios con formas caprichosas según la forma de los ladrillos (funcionarios) que los forman, tienen una determinada orientación y sesgo que es el de los hombres que forman el edificio. Ante ellos y sus circunstancias, la objetividad absoluta no puede pasar de una mera declaración de intenciones. Es así en toda forma de Estado.

En Mřič, se compara, apresuradamente, la situación de nuestra lengua nacional, el tarifit con la lengua nacional catalana, reivindicándose para el primero aquello de lo que disfruta holgadamente la segunda. La idea de una igualdad absoluta empero en Mřič desde el punto de vista legal es una falacia. El Estado está conducido mayoritariamente por hombres peninsulares que piensan que el catalán es una lengua de españoles y el tarifit es “una lengua de moros”, cuya única obligación es la de integrarse en el marco legal y cultural "español". Un marco que quieren presentar con medio milenio de tradición en norteafrica y que en realidad fue impuesto manu militari, a sangre y fuego, a los rifeños originarios de Mřič, los melillenses más antiguos, hace menos de un siglo y medio.

Que los aparatos de cualquier Estado representan a quien los dirige es una obviedad que en Mřič quedó bastante clara en 1986, cuando apareció un Juez, José Luís Treviño, que ha pasado a la historia por haber sido el principal acicate estatal para la demolición del movimiento por los derechos civiles de los rifeños de Mřič y Cebta. Fue él el que mandó a nueve rifeños a la cárcel, semanas después de poner en la calle a fascistas armados con explosivos de la banda terrorista antirifeña “Lucha por la Liberación de Melilla”, el OAS melillense.

Da oportuna prueba de que la balanza de todo “Estado imparcial”, está inclinada hacia un lado, como las balanzas de los mercaderes del templo expulsados por Nuestro Señor, que en Mřič no fueran a la cárcel ni el Policía que de un tiro certero perforó la cabeza del rifeño Abdelkader Baghouri en marzo de 1986, ni el civil racista armado que reventó el pecho de Mhamed Hammou de un escopetazo en enero de 1987. El líder rifeño Duddú sí tuvo que permanecer 10 años en busca y captura por una instrucción prolongada por el Juez Treviño, el cual vería como más peligroso que un rifeño reivindicara sus derechos civiles en Mric, que un arumi matara a tiros a civiles rifeños o se pusieran bombas en la Delegación del Gobierno.

Ningún Estado es de todos, porque ningún Estado en el mundo se ha constituido para satisfacer las necesidades de clase y género, y los derechos nacionales históricos de los sojuzgados. Por eso, tras archivarse en 1997 la causa por sedición que el Juez Treviño abrió contra Duddú en 1987, la ofensiva de los aparatos del Estado continuó contra él con el proceso de retirada de su nacionalidad española a partir de 1999. Castigo por evadirse de una instrucción que la misma Audiencia Provincial de Málaga archivó por haberse conculcado en ella los derechos civiles más básicos de los investigados.

Vivimos en un Estado nacional. Por eso cuando un rifeño, Mustafá Aberchan, accedió en 1999 al Sancta Sanctorum de la oligarquía arumi en la Ciudad, en orden de ser ungido como primer presidente rifeño de Mřič desde el s XV, toda la “nación” española, la supuestamente fraguada durante “la Reconquista”, y representada en  los partidos irumiien, se fundieron en un solo frente (PP, UPM y PSOE) para echar al intruso y con él a los apóstatas del PSOE y el GIL que hicieron posible esa “aberración”.

Los que están marginando hoy nuestra lengua nacional, el tarifit, son la continuación de la reacción que en los ochenta mandaron a aporrear copiosa y minuciosamente las costillas y cabezas de nuestras madres y abuelas, en un desesperado intento por parar la rueda de la historia que lleva inexorablemente al fin de nuestra marginación.

REFERENCIAS:

- Hemeroteca de El País, Melilla Hoy y la Vanguardia. 

         

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