sábado, 26 de marzo de 2022
LAS MADRES DE LA DEMOCRACIA EN MELILLA
Mientras el Gobierno prorrogaba por segunda vez (en esta ocasión, hasta el próximo 1 de marzo) el plazo inicialmente dado a los extranjeros (hasta el 30 de septiembre pasado) que necesitasen regularizar su situación en nuestro territorio, los nuevos incidentes ocurridos ayer en Melilla ilustran la preocupante agravación del conflicto suscitado por la entrada en vigor de la ley sobre Libertades y Derechos de los Extranjeros en España, promulgada el pasado 1 de julio, y contra la que ha presentado recurso de inconstitucionalidad el Defensor del Pueblo.
Fuerzas de la Policía Nacional disolvieron, con la brutalidad que reflejan los testimonios gráficos, una manifestación no autorizada convocada por la Comisión Gestora de la Asociación de Mujeres Musulmanas para protestar contra la aplicación de esa norma a los melillenses de ascendencia marroquí, que se consideran con derecho a la nacionalidad española y rechazan la condición de extranjeros. La carga de las fuerzas de seguridad contra una manifestación compuesta mayoritariamente por mujeres y niños produjo una quincena de heridos, entre ellos, tres policías nacionales. Entre tanto, más de 30 jóvenes melillenses de religión musulmana mantienen una huelga de hambre en la mezquita de la ciudad, también como protesta contra la discriminación de que les hace objeto la Ramada ley de extranjería.
Las primeras declaraciones del Director General de Política Interior ante esos hechos recuerdan el lenguaje utilizado en peores tiempos para quien ostenta ahora el cargo. Este señor arroja las culpas de los incidentes de Melilla a Aomar Mohamedi Dudú, ex militante del PSOE que fue expulsado de las filas de su partido y que ahora preside la asociación Terra Omnium. Según él, la responsabilidad de todo cuanto ocurre correspondería a Dudú, un profesional de la intoxicación, que estaría instrumentalizando al servicio de sus propios fines a los melillenses musulmanes. Pero el Ministerio del Interior debería saber que Melila es un problema real, y no una invención, y que en los últimos meses este problema ha sido agravado por la torpeza y la arrogancia de su alcalde y el delegado del Gobierno socialista.
Las movilizaciones de los melillenses musulmanes contra la ley de extranjería -independientemente de quienes quieran utilizarlas o aprovecharlas- obedecen a motivaciones profundas, basadas en la conciencia y en el sentimiento de ser víctimas de agravios y de injusticias, a los que no son ajenos los prejuicios racistas y las emociones patrioteras. En Melilla, cuya población asciende a unos 72.000 habitantes, residen aproximadamente 27.000 musulmanes, de los cuales sólo 7.000 -entre ellos, el intoxicador Mohamedi Dudu- poseen la nacionalidad española. De los restantes 20.000 melillenses musulmanes, la mayoría de los cuales han nacido en la ciudad o residen en ella desde hace años, tan sólo unos 6.500 poseían -hasta la promulgación de la ley de extranjería- una simple tarjeta estadística, documento que no les da derecho a la compra de viviendas ni a viajar a la Península. Los demás residentes ni siquiera disponían de esa cartulina y podían ser expulsados de la ciudad sin mayores trámites. Esa situación de inseguridad jurídica marcha en paralelo con condiciones de vida -educativas, de vivienda, sociales y económicas- igualmente discriminatorias.
La ley de extranjería se propone obligar a los melillenses musulmanes, bajo la amenza de expulsión a corto o medio plazo, a regularizar su situación legal como extranjeros, lo que implicaría reconocer -ante las autoridades y ante sí mismos- su condición de invitados provisionales en la plaza de soberanía. Pero estos melillenses de religión musulmana y de ascendencia marroquí, en su inmensa mayoría nacidos o formados en la ciudad, reclaman su derecho a la ciudadanía española. Según el Código Civil, el nacimiento en territorio español no concede automáticamente la nacionalidad a los hijos de extranjeros, salvo si al menos uno de los padres hubiese nacido también en España. Nuestro ordenamiento jurídico también establece la posibilidad de adquirir la nacionalidad española tras una residencia continuada de 10 años, período que se reduce a dos años para los nacionales de origen "de países iberoamericanos, Andorra, Filipinas, Guinea Ecuatorial o Portugal o de sefardíes". Los melillenses nacidos en la ciudad de padres extranjeros o procedentes de Marruecos quedan sometidos, así, a los trámites de adquisición de la nacionalidad, petición que siempre puede ser denegada. Su inscripción en los registros de extranjería, tal y como la nueva ley ordena, significaría renunciar a cualquier esperanza de que una reforma de nuestro ordenamiento -al alcance de las Cortes y de la mayoría socialista que ahora las domina- permitiera conceder un tratamiento especial a su situación, también especial.
Desde un punto de vista político, resulta inconcebible que el Gobierno, no sólo no acepte como una fortuna la voluntad de los melillenses musulmanes de considerarse españoles, sino que rechacen, además, ese deseo y lancen a las fuerzas de la policía a reprimir a quienes expresen esa reivindicación en las calles. Desde el punto de vista de los valores democráticos, no puede sino producir alarma la ya nada soterrada vena de racismo que emerge tras esa negativa a facilitar a los melillenses de origen marroquí una vía adecuada para adquirir rápidamente la nacionalidad española de pleno derecho. Desde el punto de vista constitucional, contradice abiertamente el mandato de nuestra norma fundamental en pro de la igualdad y en contra de la discriminación "por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra circunstancia personal o social". Desde el punto de vista moral, produce vergüenza que no exista en la sociedad española la sensibilidad necesaria para protestar contra unas bochornosas actitudes de intolerancia religiosa y de discriminación étnica, que recuerdan algunas tristes estampas de nuestro propio pasado (persecución y expulsión de las minorías judías y moriscas) y enlazan directamente con los estragos del racismo y de los conflictos religiosos en otros lugares del planeta. Y desde cualquier punto de vista, es más que alarmante la torpeza con que un tema tan difícil y sensible de nuestra política es tratado por el Gobierno de la nación.
Juan Luís Cebrián (28 de enero de 1986). La vergüenza de Melilla. Diario El País.
viernes, 25 de marzo de 2022
ACTA DE DEMARCACIÓN DE LOS LÍMITES DE LA PLAZA DE MELILLA: FIRMADA EN TÁNGER EL 26 DE JUNIO DE 1862
DERRIBANDO FALSEDADES: EL FALSO DÍA DE MELILLA
El supuesto día de Melilla nunca fue conmemorado antes de 1991, fue un invento de la ultraderecha melillense (APROME) en la Transición. La supuesta conquista de Melilla (17S) no fue conmemorada ni siquiera durante el franquismo.
En septiembre de 1985, el gobierno del PSME recogería el guante lanzado por la extrema derecha y convocaría “La Movida Azul”. Los españoles quedaban convocados a conmemorar a Estopiñam y asisteron masivamente. El símbolo de Estopiñám, como antítesis del Islam, inventado por la extrema derecha, había sido popularizado por los del PSOE, una gente supuestamente de izquierdas.
Para 1991, la organización nativa estaba herida de muerte. El brillante líder melillense, D. Omar Duddú estaba aislado en el exilio en Nador por la objetiva coordinación del Delegado del Gobierno, Manuel Céspedes, el Juez José Luis Treviño (el abuelo de la actual Consejera, Elena Treviño) y el que fuera abogado de las cloacas del Estado en el Caso Almería, Darío Fernández. Los demás dirigentes en Melilla tampoco podían hacer mucho. Con una causa por la que podían estar en prisión hasta 20 años, los dirigentes imaziguen estaban totalmente limitados. El sistema amazigh de las asambleas había caído por desuso, el partido de la revolución, el PDM, había implosionado. Céspedes respiraba tranquilo.
En esos cruciales momentos, un renovado partido de derecha españolista, el PP, liderado por un joven peninsular de Ceuta, con un aire a Aznar, ganaba las elecciones. Era Ignacio Velázquez. Para gobernar Melilla, Velázquez necesitaba el apoyo de la ultraderecha y ¡¡cosas de Melilla!! uno de estos votos era el de Amalio Jiménez. ¡El que en la Transición inició la conmemoración «de la Conquista», permaneciendo fiel a ella en todo momento! No es difícil barruntar una de las exigencias de Jiménez a Velázquez, el Día de Melilla había de conmemorarse, y de manera oficial.
Personalmente, no creo que supusiera un gran pesar para Ignacio Velázquez cumplir esa exigencia de la extrema extrema derecha. Y es que, la figura mitológica de Estopiñam le venía perfecta para sus planes de convencer a los neoespañoles de que los “cristianos” llevaban aquí casi 500 años. Así las cosas el actual Día de Melilla, como celebración institucional, con su desfile militar y demás convenciones, se lo tenemos que agradecer los nativos a Ignacio Velázquez (PP). Ese 17 de septiembre de 1991, el colonialismo enaltecería a Velázquez como el “melillense del año”, y posteriormente como el “melillense de la década”. La humillación a nuestro pueblo se había consumado.
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REFERENCIAS
- El grueso de la investigación es mérito de don ENRIQUE DELGADO (16 de septiembre de 2011). "En busca del día de Melilla". Blog: El Alminar de Melilla. Recuperado de https://elalminardemelilla.com/2011/09/16/en-busca-del-dia-de-melilla/
-También he consultado las fuentes periodísticas locales y nacionales pudiendo comprobar que efectivamente no se hallan rastros de celebración alguna de la conquista de Melilla ni mención siquiera al mítico Pedro de Estopiñam en diarios locales como El Telegrama del Rif ni nacionales como el ABC.
-Los datos respectivos al colectivo musulmán han sido extraídos del trabajo de investigación en construcción sobre el proceso de nacionalización del colectivo musulmán en Ceuta y Melilla.
DERRIBANDO MITOS: "ENCUENTROS"
A día de hoy, el mito de una Melilla de 500 años está ampliamente cuestionado, pero para 1997, por la desmovilización popular de la población autóctona tamazight y el oportunismo de algunos dirigentes, el mito pasaba por ser un hecho incuestionable.
En 1997, la operación de desmemoria, iniciada 10 años antes, estaba completada. Por ello, el Ayuntamiento, en manos del PP, se permitió e interesó en que un nativo amazigh, Mustafa Arruf esculpiera el grupo escultórico Encuentros que conllevó una inversión de setenta millones de pesetas.
Con el fondo de "el encuentro de dos mundos" con el que se maquilla la celebración de la conquista de América, conocido tradicionalmente como "Día de la Raza Española" o "Día de la Hispanidad", en la Melilla regida por la derecha española de Ignacio Velázquez y Enrique Palacios, se presentó el mito de Estopiñam como un encuentro entre culturas.
Como hoy se sabe, el día de la conquista de Melilla se desconoce, las crónicas tardomedievales con contradictorias y lo más sensato es situar la fecha tras las hostilidades que enfrentaron al reino de Castilla y el reino de Fez. Es decir, no fue ni un encuentro entre dos culturas ni una ocupación pacífica sino una invasión violenta en toda regla que duró meses, con el consiguiente desplazamiento de la población local.
No hubo encuentro, sino un permanente asedio que separó de su entorno a la roca blanca (Mricht), que era el puerto de la región del Guelaya. Melilla no volvería a ser ciudad hasta principios del s XX, cuando la roca volvió a conectar con su entorno. Para ello, se desplazó en 1894, tras la Guerra de Margallo, a la población autóctona tamazight del campo de Melilla (que es la Melilla actual). Es decir, tampoco hubo ningún encuentro, sino otra invasión violenta.
Pasaría la campaña de Melilla (1909), con 8000 muertes de autóctonos iker3ien, según fuentes coloniales, para que se asentara el poder colonial en la región. Sólo con el tiempo, y sobre estas bases violentas, se puede hablar de coexistencia. Algunos nativos melillenses, sólo los establecidos en la actual Ciudad de Melilla, disfrutaremos de la igualdad de derechos tras el movimiento cívico del 85. Sólo entonces, y de manera matizada, se puede hablar de encuentro.
jueves, 24 de marzo de 2022
LA PROVINCIA DEL GUELAYA
La provincia del Guelaya tiene desde la antiguedad a Melilla como puerto y capital histórica. Los iker3ien no son una sola tribu como los Az Wariagel, sino una confederación de 5 cábilas (خمس خماس) formada en el s XV, en tiempos de la dinastía Merinida.
El nombre derivaría del término árabe "القلعة" (fortaleza), las fuentes en efecto hablan de abundancia de fortalezas militares "قلوع جارت". Del término árabe "القلعة" (fortaleza) también deriva el nombre castellano "Alcalá".
La confederación de los iker3ien o Guelaya previamente eranconocidos en las fuentes como Butuia (بطوية) and Aiz Wartadi (بني ورتدي ).
En el siglo XIX, se recoge para nuestra patria la mención "بلاد القلاع", la "tierra de los Kilá3 o fortalezas". Con estas fortalezas la confederación se defendía de los invasores irumiien.
Otra tesis (profesora Lounja Imazzojen) sostiene que el nombre derivaría del tamazight, "kra3", literalmente "arrancar". En alusión a cómo los nativos "arrancaban" sus ataques contra los invasores romanos o irumiien que pretendían su tierra.
Hace unos meses, entendía el verbo "arrancar" en un sentido de deportación (¿de Melilla?) pero tras algunas consultas filológicas, y dada la extensión de la provincia, no considero sostenible esta tesis. Agradezco la conversación con mi amigo Mwahid Arifi y con Mounir Fallah.
La provincia de los iker3ien, los guelayenses o "los castellanos del Rif", es una de las zonas más endogámicas de toda la coordillera. El grupo de investigación Amazigh DNA ha demostrado que superan a los rifeños de Az Wariaguel.
Guelayense fue el gran héroe de la II Guerra de Melilla, Mohamed Mizzian. La provincia del Guelaya es una de las seis puntas de la estrella de la iconografía rifeña anticolonial. Los guelayenses tienen su propio dialecto rifeño y una identidad diferenciada.
MOHAMED AMAR BEN CHADLY
Cuando hablamos de héroes del Rif solemos pensar en el gran Abdelkrim, pero el Guelaya ha dado héroes tan grandes como él. Entre éstos está Mohamed Amar Ben Chadly.
Era guelayense, de las tribus nativas de Melilla deportadas tras la Guerra de Margallo. Apareció coaligado al Rogui, cuando este último decía luchar contra los invasores. Pero cuando Rogui estableció la actual frontera de Beni Enzar y adjudicó a empresas coloniales españolas la explotación de las minas del Rif, daría un golpe contra el miniestado títere.
Fue él quien, con la ayuda de la ofensiva de la tribu rifeña de Az Guariagel, derrocaría a Rogui. Los rifeños y los guelayenses entregarían el traidor al Sultán.
Chadly aparecerá en la inminente campaña de Melilla (la II Guerra de Melilla) aliado al Schrif Amezian (Mohamed El Mizzian). Moriría antes que el Schrif Amezian y está considerado el precendete del rifeño Abdelkrim.
MOHAMED EL MIZZIAN, EL HEROE DE LOS MELILLENSES AUTÓCTONOS
Conocido como Mohamed El Mizzian, para los españoles, y como Shrif Amezian para los amazíes autóctonos, es el gran héroe de la Campaña de Melilla, al menos desde la perspectiva anticolonial. Era de Segangán y está rodeado de un halo de misterio.
Horrorizado ante una invasión peninsular, unió fuerzas con otros jefes de cábila, como Abdelkader Hach Tieb y su otrora enemigo Mohamed Amar Ben Chadly. Aunque sólo un año después de iniciarse la guerrilla, en 1909, uno de sus coaligados se pasaría al bando invasor.
El 15 de mayo de 1912, sería abatido por la harka de un antiguo colaborador. Las fuerzas coloniales, ayudadas por nativos colaboracionistas, lo encontraron portando un tasbih, un Corán y una Mauser. En las fotografías posteriores, el tasbih y el Corán serán sus elementos icónicos.
Otro colaboracionista, por entonces, un joven rifeño llamado Muhammad Ibn 'Abd el-Krim El-Jattabi, contempló el cadáver de ese héroe aker3i y lo describiría en una carta a su padre. Posiblemente le impactara. Quizá años después, Abdelkrim, en su exilio en la Isla de Reunión, lo recordara reverentemente.
Las imágenes son cortesía del investigador Hassan Bailal.